lunes, 4 de enero de 2021

El proceso - parte 2

     ¡Hola a tod@s!

    ¿Qué tal, cómo estáis? Ayer os conté cómo fue el recopilar todos esos escritos que, finalmente, formaron este primer libro. Como ya os adelanté, decidí separarlos por secciones para que, de alguna manera, estuvieran ordenados. Y ahí comenzó otra aventura, que fue el pensar en el escrito que quería que diera vida al libro. De eso os voy a hablar hoy, de la puerta que llevó al resultado final.

    Por alguna extraña razón, siempre que he pensado en mostrar algún escrito a alguien, se me ha venido a la mente un relato corto que escribí con dieciséis años. Quizás es el más significativo. Recuerdo perfectamente cuándo lo escribí. Y dónde me encontraba. No podía dormir, y me levanté. Cogí una hoja en blanco, mi diccionario de antónimos y sinónimos (siempre he sido muy clásica), y comencé a escribir hasta horas intempestivas. Cuando consideré que estaba terminado, lo guardé en un cajón y pensé en darle un título más adelante. Al día siguiente, y como si de una necesidad se tratara, lo cogí, lo volví a leer, y lo convertí en lo que llamé: "Noche de tormenta".

    Hace unos meses quise sacarle un poco más de partido, y decidí montar un vídeo en el que mostraba cada escena conforme la iba narrando. Creo que es el relato más metafórico que he escrito nunca. 

   Cuando leemos un libro, o vemos una película, creo que cada uno tendemos a llevarlo un poco a nuestro terreno, a nuestra experiencia, y lo analizamos de un modo diferente. Quizás con este relato suceda algo similar. 

    ¿A vosotros qué os sugiere?


    Una vez que tuve claro el comienzo del libro, todo lo demás vino solo. Sin darme cuenta, vi perfectamente cómo tenían que ir cada una de las secciones, y su contenido dentro de ellas. Como si de repente hubiera hallado un punto de unión, una relación que hasta el momento no había encontrado.

    He de decir que también fue entretenido hacer ese viaje al pasado del que os hablé ayer. Pues la mayoría de los escritos tuve que trascribirlos, porque estaban en papel, así que fue interesante ir tecleando cada uno de ellos al tiempo que hacía un esfuerzo por recordar la edad con la que los escribí (sin demasiado éxito). Cuando terminé (tras varios días, como imaginaréis...), me dispuse a ordenarlos dejándome llevar por esa unión casual que os comentaba, y cuando vi el archivo de Word por fin completo, y lo maqueté (configuré el tamaño que quería que tuviera el libro, inserté los saltos de página, de sección, los encabezados, los márgenes...) me sorprendió ver el número de páginas que lo componía. 

    Tenía la cubierta, la contracubierta, y el contenido. Estaba terminado. Lo único que tenía que hacer era enviarlo a Amazon, y ellos harían el resto...

    ¡Buenas noches y que descanséis!

No hay comentarios:

Publicar un comentario