lunes, 19 de diciembre de 2022

Una pequeña reflexión...

    ¡Hola a tod@s!

    No sé si os pasa a vosotros, pero a mí el mes de diciembre me hace reflexionar sobre muchas cosas. Quizás también tengan que ver las fiestas navideñas que se acercan -que hace que estemos más susceptibles, nostálgicos y/o vulnerables- pero, lo cierto es que esta época del año crea en mí un efecto "filosófico", por llamarlo de alguna manera. Hace tiempo planteé si esta pandemia, de un modo u otro, nos iba a hacer cambiar y nos convertiría en personas "distintas". Supongo que sí que lo ha hecho, pero no sé si exactamente como cabía esperar. Unos dicen que nos ha hecho más fuertes, otros más independientes y menos cariñosos; y otros directamente aseguran que seguimos siendo "la misma sociedad de siempre". 

    Creo que a día de hoy aún no podemos decir que todo esto haya terminado, pero sí que poco a poco estamos volviendo a una "normalidad" deseada desde hace demasiado tiempo. Hemos retomado viejas costumbres, hacemos vida "normal" y, en general, creo que más o menos llevamos esa rutina que tanto extrañábamos en el confinamiento. Sin embargo, mucha gente no piensa que esto haya servido para ser "mejores personas", ni mucho menos para apreciar esos pequeños detalles a los que me refería en la entrada del blog a la que he hecho referencia al comienzo de este post. La mayoría cree que seguimos siendo los mismos y que no ha nacido una empatía ni una generosidad, ni siquiera una consideración por la sociedad como conjunto. "Esta pandemia no ha mejorado nuestro comportamiento, ni nos ha hecho recapacitar absolutamente sobre nada en la vida". Quizás sí lo hiciéramos en su día, durante esos meses en los que nos comunicábamos solo a través de llamadas telefónicas, mensajes o videollamadas; pero ya nos hemos olvidado de todo eso. Volvemos a ser los mismos que fuimos. 

    No sé qué pensaréis vosotros, pero tal vez sí que sería bueno valorar un poco más lo que nos rodea. Con esto no quiero decir que tengamos que vivir cada día como si fuera el último, pero sí que creo que tendríamos que pensar un poco en que la vida es demasiado corta como para hacerla aún más complicada con cosas que no merecen la pena. Creo que tendríamos que sacar un poco de esa hospitalidad que brillaba en el confinamiento; es una pena oír que no queda nada de ese cariño tan natural que parecíamos mostrar hacia los demás. Yo quiero pensar que en realidad sí que somos así, que el confinamiento sacó lo mejor de nosotros mismos y que de verdad existe ese fondo noble en todos nosotros.  

    A comienzos de este año escribí un relato basado en este tema, os dejo el enlace por si os animáis a leerlo; está disponible gratis en la página de Amazon en formato digital:


    Como os decía, estas fechas siempre me ponen un poco nostálgica. Creo que estaréis de acuerdo conmigo si digo que para todos llega un punto en nuestra vida en el que el significado de la Navidad cambia por completo. De repente, nada vuelve a ser igual, y sabemos que nunca lo volverá a ser. Por desgracia, a todos nos faltan personas importantes en nuestras vidas; personas que hacían de estas fechas algo especial. Y lo eran porque estaban esas personas a nuestro lado. Después, seguimos compartiendo con personas especiales estos días, e intentamos que sean como los que fueron; sin embargo, jamás llegamos a presagiar ese sentimiento al completo. Esa ilusión y ese modo de vivir estas fechas ya no volverá. De todos modos, lo bonito es saber que tenemos personas a nuestro lado con quien compartir y disfrutar de cada momento, y no solo hablo de la Navidad. Yo me quedo con eso. Con saber que puedo seguir compartiendo momentos especiales con amigos y familiares que siguen a mi lado, y hacen que cada día sea especial por poderlos vivir con ellos. Incluso estando lejos, de alguna manera siento que están ahí. Y eso es lo que importa de verdad. 

    Hace bastante tiempo escribí una poesía libre -como me gusta llamar a esos escritos espontáneos que nacen de vez en cuando-, precisamente sobre esto, sobre las personas que siguen a nuestro lado, las que han decidido marcharse, y las que por desgracia se han ido porque el destino ha decidido llevárselas. De pequeña tenía una libretita en la que apuntaba mis deseos para el año que empezaba. Nunca se cumplieron todos porque muchos de ellos eran imposibles que se hicieran realidad -la vida se encarga de destrozarlos y convertirlos en dolor-. No obstante, cada año sigo haciendo ese listado en la memoria de los deseos que quisiera se cumplieran, a pesar de ser inalcanzables. 

    Por aquí os dejo esa poesía de la que os hablo, y así quisiera desearos unas felices fiestas y que todos vuestros deseos se hagan realidad:

Brindemos por los que se fueron.
Brindemos por los que están a nuestro lado.
Brindemos por los que podrían estar 
y jamás han estado.
Brindemos por los que siguen con nosotros 
como un regalo.
Brindemos por todos aquellos que estuvieron
y decidieron apartarse de nuestro lado.
Y, sobre todo, brindemos por que nunca falte:
Alegría para contagiar
Fe para motivar
Salud para persistir
Y esperanza para soñar.
Feliz Navidad.

    ¿Y a vosotros? ¿También os hacen reflexionar estas fechas? ¿Pensáis que hemos cambiado?

    ¡Hasta el lunes que viene! Gracias por estar ahí.

    ¡Feliz semana! ¡Y feliz Navidad!

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