martes, 26 de agosto de 2025

UN MUNDO DE ENSUEÑO

  ¡Hola! ¿Cómo estáis?

  El mes de agosto está llegando a su fin (ohhh) y, como no podía ser de otra manera, entre las lecturas en esta época estival he tenido una más de Nicholas Sparks. No me gustaría que terminase el verano sin dedicarle una entrada en el blog a este autor –ya sé que en teoría todavía queda un mes (escaso), pero en septiembre ya comienza otro tipo de rutina y es otra cosa, creo que entendéis a lo que me refiero–.

  El año pasado la verdad es que eché de menos tener novelas entre manos –en todos los sentidos–, ya que por circunstancias no pude leer lo que me hubiera gustado. Por eso este año he tenido que ponerme un poco al día, sobre todo con este escritor que, como sabéis, destaca entre mis favoritos –aunque Colleen Hoover me está conquistando, otro día os hablo de la trilogía que estoy terminando de leer-.

  El libro de Nicholas Sparks se titula: “Un mundo de ensueño”, por aquí os dejo la sinopsis:


Un giro inesperado. Una historia de amor que nunca olvidarás.

Una poderosa novela sobre arriesgarlo todo por un sueño y sobre si es posible dejar atrás el pasado.

Colby Mills se sintió una vez destinado a una carrera musical, hasta que la tragedia echó por tierra sus aspiraciones. Ahora, al frente de una pequeña granja familiar en Carolina del Norte, acepta una actuación en un bar de St. Pete's Beach, Florida, buscando un descanso de sus obligaciones en casa.

Pero cuando conoce a Morgan Lee, su mundo se pone patas arriba, haciendo que se plantee si las responsabilidades que ha asumido tienen que dictar su vida para siempre.

Hija de acaudalados médicos de Chicago, Morgan se ha graduado en un prestigioso programa musical universitario con la ambición de trasladarse a Nashville y convertirse en una estrella. Romántica y musicalmente, ella y Colby se complementan de una manera que ninguno de los dos ha conocido hasta ahora.

Mientras Colby y Morgan se enamoran perdidamente, Beverly se encuentra en un viaje diferente. Huyendo de un marido maltratador con su hijo de seis años, intenta rehacer su vida en un pequeño pueblo. Sin dinero y con el peligro acechando, toma una decisión desesperada que reescribirá todo lo que sabe que es verdad.

En el transcurso de una semana inolvidable, tres personas muy diferentes pondrán a prueba sus ideas sobre el amor. A medida que el destino los va uniendo, se verán obligados a preguntarse si el sueño de una vida mejor podrá superar el peso del pasado.

  La verdad es que esta novela me ha sorprendido. Aparentemente puede que sea como las demás, pero de repente da un giro en los acontecimientos y la historia cambia por completo. Hay cosas que te esperas, pero el fondo de la trama es impactante.

  Quizá suena a lo de siempre, pero viniendo de Nicholas Sparks la verdad es que quizá esperaba que fuera por otro camino, aunque pese a todo he de admitir que me ha encantado. Tal vez más la primera parte, cuando te va adentrando en la historia de amor entre un granjero y una chica a la que acaba de conocer; muy en la línea de Nicholas Sparks, donde el amor surge en poquitos días y parece que se conozcan desde siempre. He de decir que sigue fiel a su estilo en este sentido, engancha el carácter del protagonista –muy dentro de los típicos personajes de este escritor–, acompañado de frases graciosas, encuentros curiosos y, sin ánimo de hacer spoilers, en general una bonita historia que te seduce desde que empieza.

  De forma paralela va transcurriendo otra, que es la que más me ha sorprendido, al alejarse un poco de lo que nos tiene acostumbrados. De todas formas, os animo a que la leáis y comprobéis vosotros mismos a lo que me refiero. No obstante, he de añadir que, aunque esta novela quizás es “de las largas”, casi las últimas cien páginas han sido un no parar de leer hasta llegar al desenlace. La curiosidad de saber cómo iba a terminar la pareja de la historia de amor va en aumento conforme va aproximándose el final, porque les deparan destinos diferentes; cada uno proviene de sitios distintos y, de alguna manera, tendrán que separarse. Entonces uno se pregunta y se plantea posibles finales. Por ello, es inevitable querer seguir leyendo para saber cuál es "la solución" que elige el autor, acorde con las dificultades que les rodean, ya que a veces no se puede ir en contra de lo que ya está escrito. Es una bonita lucha y unos sentimientos encontrados que te empujan a descubrir el desenlace final.

 Por hoy me despido. Espero que terminéis muy bien este mes de agosto y comencéis el mes de septiembre con motivación, ganas e ilusión. De alguna manera, siempre he pensado que en realidad el año comienza en septiembre –nuevo curso, nuevos proyectos, nuevos propósitos…–. Quizás esto daría para otro debate, seguro que encontraríamos multitud de opiniones. De todos modos, ya sabéis que lo importante es seguir adelante y disfrutar de lo que tenemos hoy, sin pensar en lo que termina sino en lo que vendrá.

  ¿Y vosotros? ¿Tenéis un escritor favorito para leer en verano?


  ¡Hasta el martes que viene! Gracias por estar ahí.

  ¡Feliz semana!

 

PD: Nunca dejéis de soñar.

martes, 19 de agosto de 2025

EL LECTOR BETA

  ¡Hola! ¿Cómo estáis?

  Hoy me gustaría hablar de una persona (o personas) clave que todo escritor –sobre todo si es novel–, debería tener en cuenta antes de publicar sus obras. Me estoy refiriendo a los “lectores beta”; su papel es muy importante y puede marcar la diferencia entre una historia que simplemente se entiende, y otra que realmente engancha y conecta con el público. Ahora bien... ¿Qué es un lector beta y por qué es tan necesario?

  Un lector beta es una persona que lee el libro antes de su publicación para dar una opinión sincera junto con una crítica constructiva. Siempre me ha gustado esta expresión: “crítica constructiva”. No se trata de machacar la obra, sino de aportar una visión que ayude a que sea más atractiva y de este modo pueda llegar a gustar a futuros lectores.

  La función principal del lector beta consiste en detectar posibles errores en la trama, personajes poco desarrollados, contradicciones, diálogos que no aportan nada o incluso errores en el ritmo narrativo. No se enfoca en la gramática –aunque si observa fallos de este tipo también los puede (o debe) señalar–, sino que se centrará en cómo se percibe la historia en general: si la trama engancha, si el final es satisfactorio, si el protagonista o la protagonista es creíble, etc. Contestar a este tipo de preguntas es lo que ayudará al autor a revisar su obra desde otra perspectiva más cercana al público real.

 

 

  No hay un número exacto de lectores beta que todo escritor debería tener. Lo más importante es que representen a nuestros futuros lectores según el público al que nos dirigimos. Lo ideal es buscar a personas que lean de forma habitual sobre ese género en concreto; aunque lo cierto es que esto no es una regla escrita y muchos apuestan por la variedad, porque esos lectores beta pueden darte visiones complementarias.

  Por otro lado, se aconseja que no sean personas muy cercanas, ya que se cree que tenderán a decir sólo aquello que les ha gustado de la novela y se guardarán la crítica negativa, para no herir los sentimientos del autor. Sin embargo, yo soy de la opinión de tener varios tipos de lectores; también personas cercanas, sobre todo las que sabes que van a ser sinceras y te aseguran que serán honestos con tu obra.

  A pesar de que recibir críticas puede ser difícil, es parte del proceso creativo y el tener lectores beta es imprescindible para pulir la obra. De este modo, se podrá aportar esa famosa “crítica constructiva” tan necesaria y así mejorar el libro. No obstante, esto no significa que se deba cambiar todo lo que los lectores beta sugieren, pero sí es necesario que analicemos los comentarios y detectemos aquellas partes coincidentes entre ellos. Si tres lectores distintos opinan lo mismo sobre la trama, alegando que es confusa o que no es del todo creíble tal y como está planteada, lo más probable es que debamos trabajarla mejor.

  ¿Y vosotros? ¿Habíais oído hablar de los lectores beta? ¿Os gustaría participar en este proceso y ser uno de ellos?

  Por hoy me despido. Gracias por estar ahí.

  Hasta el martes que viene. ¡Feliz semana!


PD: Nunca dejéis de soñar.

martes, 12 de agosto de 2025

¿LEER EL LIBRO SIEMPRE, ANTES DE VER LA PELÍCULA?

  ¡Hola! ¿Cómo estáis?

  Lo cierto es que, por regla general, cuando preguntamos acerca de leer el libro antes de ver la película, prácticamente la mayoría coincidimos en que lo ideal es llevarlo a cabo de ese modo. Sin embargo, últimamente estoy leyendo sobre diferentes preferencias acerca de este tema. Quizás depende un poco también de la temática de la obra en cuestión y, desde luego, del interés y del tiempo del que dispongamos. En época estival creo que es más fácil que podamos leer antes el libro, aunque también dependerá del ritmo de vida de cada uno.

  Cada vez más son las películas e incluso las series que se crean basadas en libros. De hecho, más bien creo que van aumentando el número de obras nuevas que se escriben con la intención de ser trasladadas al cine, pero esto sería otro debate del que tal vez hablemos en otra ocasión. 

  Como os decía, existen opiniones variadas acerca de ese famoso hábito sobre “leer siempre el libro antes de ver la película”. Algunos argumentan que leer primero el libro permite una mayor inmersión en la historia y una interpretación más íntima y profunda sobre los personajes. Sin embargo, también hay personas que prefieren ver la película y luego leer el libro. En este caso –aunque creo que son minoría– alegan que les gusta ver a los personajes en la pantalla para luego imaginarlos de ese modo cuando leen el libro. Por otro lado, también están los que ven la película porque no les gusta leer y descartan el libro directamente, asegurando que la experiencia visual y auditiva les llena más que leer la historia. Todo es respetable.

  También debemos añadir que hay veces que vemos películas que no sabemos que estaban basadas en un libro –llega un punto en que es casi imposible estar al corriente de todo lo que se va creando y trasladando a la gran pantalla-, y ahí es donde decidimos si leer el libro o no. He de confesar que, en mi caso, creo que una vez que veo la película no me llama la atención leer el libro; pero si sé que una película está basada en una novela, entonces intento leer siempre el libro antes de ver la adaptación cinematográfica.

  ¿Y vosotros? ¿Preferís leer siempre el libro antes de ver la película?

  Por hoy me despido. Gracias por estar ahí.

  ¡Feliz semana!

 

PD: Nunca dejéis de soñar.

martes, 5 de agosto de 2025

REFLEJO EN EL AGUA

  ¡Hola! ¿Cómo estáis?

  Aprovechando el día de hoy, me gustaría compartir con vosotros un relato que me publicaron hace justo dos años en el Diario de Teruel. La verdad es que fue una experiencia muy chula. Todas las personas que queríamos colaborar teníamos que inspirarnos en una fotografía que nos enviaba el periódico –concretamente la sección: “Espejo de tinta”-, que era facilitada por parte de la Sociedad Fotográfica Turolense. Las imágenes se repartían de forma aleatoria y una vez entregadas se dio un plazo para enviar los relatos, que se publicaron a lo largo de los meses de julio, agosto y septiembre. El mío lo publicaron el 5 de agosto. Por eso me gustaría dedicarle la entrada del blog de hoy para que aquellos que no lo hayáis leído, podáis hacerlo si os apetece: 

REFLEJO EN EL AGUA

A esas horas de la noche la oscuridad acechaba y el silencio parecía el único protagonista en el Campillo de Teruel. Unas pocas farolas iluminaban la balsa mientras el viento soplaba levemente, provocando que el agua oscilara de forma lánguida; con un movimiento casi imperceptible. Aquel lugar era un punto de encuentro para los habitantes del pueblo y de alrededores, sobre todo los fines de semana. Sin embargo, en ese momento estaba todo vacío, salvo por una pequeña figura que podía verse reflejada en la superficie del agua. 

Se trataba de Pascual, un hombre mayor que acudía allí para estar solo, como cada noche desde que ella se fue. Había estado un par de horas deambulando de un sitio a otro para terminar en el lugar de siempre; en el que era su favorito. Ya no se oían las risas de los niños que habían estado correteando por allí aquel domingo por la tarde, ni los gritos de los mayores alardeando con los suyos sobre la cantidad de rebollones que habían cogido por la mañana. Pascual miraba con atención el reflejo de la Iglesia que se encontraba en la orilla contraria, así como el del pequeño parque de columpios, los que ahora se balanceaban muy despacio con la suave brisa. No era lo mismo contemplar ese paisaje en solitario, pero le prometió que iba a continuar visitándolo. Quizás fuera su recuerdo el que le daba el impulso necesario para seguir yendo a aquel lugar de forma continua y relacionarse con las personas del pueblo, tal y como solía hacer junto a ella.

No obstante, a Pascual le seguía gustando observar a sus vecinos, sobre todo a los jóvenes. De vez en cuando compartía con ellos alguna de sus experiencias, esas que vivió cuando era tan solo un muchacho. Lo cierto es que añoraba aquellos años de juventud, donde su principal preocupación era no perder ninguna de las canicas que guardaba en sus bolsillos, o conseguir intercambiar ese cromo que tenía repetido para hacerse con el que le faltaba y así completar la colección. En sus tiempos sí que aprovechaban bien aquellos ratos con los amigos, sin máquinas que atontaran ni más redes que las de las porterías del campo de fútbol.

De todos modos, no podía engañarse, y mucho menos aquella noche, frente a la balsa. Él sabía que lo que de verdad echaba de menos era no poder contar todas esas anécdotas con ella. Había pasado más de un año desde que se fue, pero cada día era más duro que el anterior; aunque aparentara estar bien delante de la gente. De hecho, algunas veces dejaba salir una sonrisa al recordar cómo se conocieron; sólo tenían quince años y desde el primer momento supieron que habían nacido para estar juntos el resto de sus vidas.

De repente, sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de unos pasos acercándose a la balsa. Pascual se giró para ver de quién se trataba, pero no vio a nadie. Volvió a mirar hacia delante, creyendo que había sido fruto de su imaginación; pues era consciente de que ya tenía una edad. No obstante, tras unos segundos, esos pasos volvieron a escucharse. Extrañado, observó a su alrededor, preguntándose quién podía estar por ahí a esas horas de la noche. Como si de una necesidad se tratara quiso caminar por la orilla, rodeando la balsa; pero algo se lo impidió. Sin esperarlo, su cuerpo se paralizó y sus piernas apenas lo sostenían. No podía moverse y le costaba mantenerse en pie. De pronto, sintió una mano apoyándose en su hombro; pero seguía inmóvil, ni siquiera podía ladear la cabeza. Trató de concentrarse, pero cada vez notaba su hombro más frío; sentía como si se le estuviera congelando la piel. Cerró los ojos y, cuando creyó que ya no era capaz de soportarlo más, aquella horrible sensación desapareció. ¡Por fin podía moverse! Se giró y, de nuevo, no vio a nadie. Miró a un lado y a otro, intentando comprender qué había ocurrido. Fue entonces cuando le pareció ver la silueta de una persona a lo lejos. Parpadeó varias veces, se quitó las gafas y entornó los ojos. Volvió a ponérselas y siguió luchando contra las cataratas que ya estaban empezando a aparecer, hasta que por fin pudo ver a una anciana a la otra orilla de la balsa:  

–¿Se encuentra bien?

La mujer no pareció darse cuenta de su presencia y continuó caminando. Pascual, sin perder tiempo, decidió seguirla. Conforme se acercaba, sentía que su corazón iba latiendo más deprisa. Intentó acelerar el ritmo, lidiando contra su artrosis. Tenía que conseguir llegar hasta ella. Siguió caminando y, cuando se encontró a unos metros de su espalda, la anciana paró y se dio la vuelta. Apenas los separaban unos cuantos pasos; sin embargo, una vez más, había quedado inmóvil. Observó aquel rostro y una conmoción se agolpó en su garganta. No podía pronunciar una palabra. Esa cara le resultaba familiar, pero le costaba asimilar a quién tenía delante. Acto seguido, miró hacia la balsa y se dio cuenta de algo muy extraño: la anciana no tenía reflejo en el agua. Pensó que podría ser un efecto óptico, causado por la tenue luz que los rodeaba, pero algo en su interior le decía que había algo más detrás de eso. Volvió a mirarla y sintió cómo el vello de su piel se erizaba. Esa mujer estaba despertando algo en él que hacía mucho tiempo que no sentía. Sin dejar de mirar aquellos ojos, que habría reconocido entre un millón, luchó por dar unos pasos hacia delante para poder aproximarse a ella un poco más. De repente, la anciana le sonrió y dijo: “gracias por seguir visitando mi lugar favorito”. En ese mismo instante, Pascual supo que lo que sentía era real. Avanzó hasta donde se encontraba y ya no tenía dudas. Podía distinguir incluso su aroma y, cuando estaba tan cerca como para poder tocarla, de pronto, ella desapareció.  

Hasta ese momento, había compartido muchas de sus experiencias con los del pueblo, pero aquella no iba a contársela a nadie. Quería evitar habladurías. Él sabía a quién había visto. Regresó a la parte de la orilla donde se encontraba antes, y siguió en silencio observando el reflejo de la Iglesia y del parque de columpios en el agua.


  Espero vuestras opiniones, me encantará saber qué os parece.

  Dejo por aquí también el enlace al diario de Teruel:

  https://www.diariodeteruel.es/el-espejo-de-tinta/reflejo-en-el-agua

  Por hoy me despido. ¡Gracias por estar ahí!

  Hasta el martes que viene. ¡Feliz semana!

 

PD: Nunca dejéis de soñar.