¡Hola! ¿Cómo estáis?
Hace tiempo os hablé sobre los personajes de los libros cuando se trasladan a la pantalla –me encantó compartir vuestras impresiones sobre ello, os dejo el enlace para quienes no la hayáis leído-, pero... ¿Qué hay de las historias? ¿Por qué pierden –la mayoría– esa magia que sentimos cuando las leemos, al adaptarlas a una película? Ya sabemos que la lectura y el cine son dos medios diferentes, requieren de elementos distintos a la hora de “producirlos” y, aunque el típico dicho: “vale más una imagen que mil palabras” sirva para muchas cosas, creo que a la hora de emocionar, nada tiene tanto poder como las palabras.
Es casi increíble que una película adaptada, teniendo en cuenta todos sus efectos, el hecho de poder ver la cara a los personajes, los lugares, etc., resulte, normalmente, más fría y menos emotiva que el libro original. Y es que pienso que esa esencia que nos transmite un libro no se traduce de la misma forma en la pantalla grande. El libro puede llegar a ser una experiencia íntima y personal, donde nosotros como lectores lo convertimos en aquello que nos lleva la imaginación partiendo de esa historia, pero creamos nuestra propia versión, tanto de los personajes como de los lugares y de la trama en sí misma. En cambio, una película no deja lugar a la imaginación; se trata más de una experiencia visual y auditiva, limitando un poco esa imaginación del espectador.
Por otro lado, creo que cuando se adapta un libro a una película, se pierden por el camino algunos detalles importantes que hicieron a esa historia tan especial cuando la leímos. Un libro bien escrito, con su trama estudiada, su estructura perfecta, clara, y esas descripciones de los escenarios y personajes donde llegamos incluso a conectar con ellos, puede hacernos sentir mucho más que una historia a base de imágenes y diálogos. Además, debemos tener en cuenta que la película puede tener un ritmo y un tono distintos al del libro, lo que afecta la forma en la que se percibe la historia.
Sin embargo, como en casi todo, siempre hay excepciones que “confirman la regla”. Después de este planteamiento, que lo cierto es que creo que se cumple en la mayoría de las ocasiones; he de decir que existen libros que han sido incluso mejorados cuando se han trasladado a la pantalla. Ya os hablé del libro de Nicholas Sparks: Lo mejor de mí. No me cansaré de repetirlo: recomiendo mucho más la peli que el libro, pero tal vez porque tienen finales diferentes. En este caso, quizás, hablaríamos de historias distintas, o de un final alternativo. Os invito a comprobarlo, me encantará saber qué opináis.
¿Y vosotros? ¿Creéis que siempre se pierde la esencia cuando un libro se traslada a la gran pantalla? ¿Qué libros se os ocurren?
Por hoy me despido, gracias por estar ahí.
¡Feliz semana!
PD: Nunca dejéis de soñar.