martes, 6 de mayo de 2025

EL EPÍLOGO

    ¡Hola! ¿Cómo estáis?

   Hace algunas semanas os hablé del prólogo, que es la parte inicial de una novela, por resumirlo de alguna forma. Hoy me gustaría hablaros de otra parte que, aunque no todas las obras lo contienen, también es muy importante si se decide crearlo: el epílogo. Se entiende que es un texto más o menos breve que se plasma al final de un libro. Desde el punto de vista narrativo, podríamos decir que es el último capítulo de la historia. Aquí se trata de cerrar esos cabos sueltos y contar al lector el desenlace final. En esta última parte del libro averiguaremos el futuro de nuestros personajes y encontraremos las respuestas a posibles preguntas que se han podido plantear a lo largo de su lectura.

 

  Como decía, no todos los libros tienen un epílogo como tal. No obstante, en caso de tenerlo, es importante no leerlo hasta el final –al menos en lo que a las novelas se refiere-. De hecho, me atrevería a decir que es hasta aconsejable no hacerlo, puesto que, de lo contrario, nos desvelará lo que va a pasar antes incluso de adentrarnos en la propia historia.


   

 Los epílogos son útiles tanto para libros de ficción como de no ficción. Por lo general, son más cortos que los demás capítulos de la obra; no tiene sentido alargar mucho más la obra al lector con demasiados detalles tras haber terminado de leer la parte principal del libro. En algunos géneros, los epílogos se utilizan para dar pistas sobre la siguiente entrega de una serie o para hablar de algo concreto que lo relacione con la publicación de un próximo lanzamiento, aunque no sea la continuación del libro que se está leyendo.

 

 Lo cierto es que el epílogo es uno de los recursos más utilizados por autores que quieren escribir una obra con alto poder de comunicación. Tienen múltiples de posibilidades. Hay escritores que los usan para satisfacer la curiosidad del lector sobre pequeños detalles, revelando pinceladas de algunas escenas que no fueron explicadas porque tal vez hubiesen desviado demasiado la atención de la narración principal, e incluso para contar sobre posibles finales alternativos que pensaron para la historia.


 Es importante saber que los “buenos epílogos” deben estar escritos desde un punto de vista diferente al que podemos encontrar en el resto del libro. Cuando hemos terminado de leer la historia, no queremos seguir leyendo más de lo mismo, por lo que para escribir un epílogo interesante, se debe cambiar la visión del narrador. Los hechos tienen que contarse desde una nueva perspectiva para conseguir una cierta complicidad con el lector. Una vez que la audiencia conoce la historia, podemos utilizar la voz de un narrador menos “objetivo”. Es aconsejable usar un tono distinto al que habíamos utilizado para lograr esa complicidad de la que hablamos y, como consecuencia, poder estrechar el vínculo entre los lectores y el escritor de la obra. Aunque existen lectores que no leen el epílogo, por raro que les parezca a algunos.

 ¿Y vosotros? ¿Leéis siempre el epílogo al finalizar el libro? ¿Conocíais su importancia?

 

 Hasta la semana que viene. Gracias por estar ahí.

 

 ¡Feliz semana!

 

PD: Nunca dejéis de soñar

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